Monstruitos. De Graciela Guerrero Por Karen Gregorio Todos tenemos dentro, nuestros propios monstruos algunos de gran tamaño otros más pequeños. No importa cuáles sean, siempre están. En este caso, la persona que pone sus miedos y sombras sobre el tapete es la artista plástica Graciela Guerrero. Y no tiene recato para plasmarlos en la tela. En las obras expuestas podemos encontrar el recorrido por el cual sus monstruitos van tomando forma y confluyen, enmarcados por un fondo negro, asemejando las sombras que les han dado vida. Se asoman y arremeten contra la tela como atacando aquello que los va a mostrar sin tapujos. Podemos establecer diferentes instancias en las que su producción toma forma y revela el estado de su búsqueda. El color va jugando, desde lo lúgubre hasta lo explosivo, creando texturas que pueden confundir al ojo en cuanto al material utilizado. El proceso, en el cual la artista deja salir desde lo profundo a las formas, es acompañado por una intensa experiencia en el uso del material. Combina elementos, juega, recrea y descubre todas las cualidades compositivas que le brinda el óleo. Podríamos decir, casi sin lugar a dudas, que el gran protagonista es el color. Este va guiando al espectador por la más profunda confesión de las propias sombras. Las obras van desde lo reconocible, como fauces tenebrosas que luego se transforman en fantasmas y que se oponen entre si a través de colores cálidos y fríos, para culminar en explosiones puras de colores saturados que nunca abandonan el fondo negro. Sólo cuando estamos frente a las últimas experiencias que ha realizado la artista nos encontramos con un abrupto cambio tanto de tamaño como de fondo. En este punto y en contraposición al gran formato de las desvanecidas formas fantasmales, de las cuales queda sólo un rumor de intensos colores transformados en líneas, los restos de estos monstruos han mutado a inofensivas manchas de color sobre un fondo blanco de pequeño formato. Estas pequeñas obras parecen ser el fin de un ciclo, pero a su vez el inicio de una nueva búsqueda. Desde un pequeño rectángulo negro, asoma tímidamente una flecha que parece buscar un nuevo rumbo. Nuevas formas aparecerán ahora que, sus monstruitos han desaparecido. Es un proceso creativo bien claro. Pasa de la provocación lúgubre de las formas mas reconocibles, a complementarse en composiciones oníricas, que terminan en una explosión de color para así, desaparecer dejando, como únicas huellas, manchas de color. Después de todo, cuando los miedos se cuentan, se desvanecen. La artista les dio forma en sus obras, para transformarlos en sombras, que la luz de la mirada del espectador terminará de desvanecer.